jueves, 7 de enero de 2010

Reporte galáctico sobre la situación del Planeta Azul núm. XVIII.

Fue en el siglo XXII cuando el hombre nació. Por primera vez en la historia caminaba solo. Ni mitos ni dioses ni ritos ni religiones ni ciencia ni razón ni fundamentos ontológicos le tendían la mano para que, seguro y reconfortado, recorriera su existencia. Por primera vez, el hombre, algunos hombres, dieron sus primeros pasos sin sujetarse a ninguna verdad que les permitiera interpretar el Universo. Por primera vez, el hombre caminó por sí mismo.
Y fue un caos.
Al parecer, no estaba preparado aún para andar tan libre. Así que emprendió las guerras más sangrientas de la historia, se homogeneizó ante la televisión, se lanzó a una odisea desesperada por consumir, y comprando y luchando creyó llenar su vacío. Algunos se enriquecieron mucho, y creyeron también haber llenado su vacío. Otros, se empobrecieron, y algunos de ellos cultivaron odios y deseos de venganza. Y así, el mundo, más poblado que nunca, se llenó de hombres solos que caminaban sin guía, y encerrados diez horas diarias en una oficina, a veces, se sentían seguros.
Algunos se volvieron muy productivos y así llenaron su vacío. Algunos, muy pocos, en cambio, buscaron. Al contemplar su nueva libertad y la ausencia de una verdad guía decidieron reconocer el terreno. Y ajenos al dinero y a las cosas, al éxito y al aparato emisor de manchas gritonas, buscaron adentro y buscaron afuera. Y crearon. Incluso ayudaron un poco cuando su precaria situación económica lo permitía.
Y mientras, a su alrededor, los hombres solos continuaban creando barbarie y pobreza y ruido e ideales y luchas y coches.
Pero los buscantes no se enfadaron. “Así es la vida”, dijeron antes de desintegrar sus partículas y lanzarse al espacio en busca de un nuevo mundo donde fabricar tranquilos sus cuadros, su música y su armónica paz.

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