sábado, 22 de noviembre de 2008

poemitas

En el verano
Te inventé una tarde en la que hacía demasiado calor para inventar cualquier cosa
quería inventarte ligero, un poco distraído, un poco ausente
quería inventarte primero, y luego, tenerte.
Pero hacía demasiado calor aquella tarde.
Quería inventar contigo una especie de amor diferente
quizás sucedió, lo que sucede, cuando en las tardes de verano
dos personas se hacen compañía durante un instante breve.
Quizás me enamoré un poco, durante esa tarde ausente...
quizás durante esa tarde, tu también te enamoraste, vagamente.
Pero te inventé una tarde en la que hacía demasiado calor para inventar cualquier cosa.
Quizás por eso, más tarde, la tarde siguiente a otras muchas tardes de aquel verano ausente,
tuvimos miedo.
Del calor, o del verano,
o del amor
o solamente
de no saber vivir una especie de amor diferente.
Y es que hacía demasiado calor aquella tarde...
O te inventé a destiempo y ahora el tiempo se me pasa con desgana
y me marcho.
Ahora que te he inventado y que puedo conocerte,
cuando acabe el verano...
No pensé que al inventarte, me diera miedo perderte,
no pensé, que aquel instante, se me pasase tan leve
sin pensarlo y sin saber, que cuando se inventa en verano, un intenso instante breve
el tiempo se viene encima,
te inventé yo ese verano,
con sangre, distraído, ausente.
No lo sé.
Quizás aquella tarde en la que hacía demasiado calor para inventar cualquier cosa,
no hubiera debido quererte.

Ficciones
Yo no existo
soy de mentira
una mentira inventada encajada por la fuerza bruta
me he ido arrancando poco a poco tiras de piel
ya casi no me queda sangre
la he extraído gota a gota
poco a poco
suavemente
casi sin dolor
para acercarme más al sueño desabrido del que no siente, pero ahí tampoco está la calma

Arenas movedizas
Inventaba que tus ojos abrían estrechos pasadizos,
Recovecos, iluminados por destellos que alumbraban sinuosos pasillos
y se enredaban, en círculos saturados de misterio y revelaciones
¡Qué fuerza se escondía tras esos muros, que diluía el exterior entre sombras anodinas, poco a poco, hasta hacerlo desaparecer completamente!
Inventaba que tu piel también se diluía entre susurros
y la mía, desaparecía entre las yemas de tus dedos,
cuando casi, apenas, me rozaste un poco.
¡Qué ternuras despertaron!
Quise, de pronto, dejar de flotar en lagos insípidos
y adentrarme en las arenas movedizas que ofrecías.
Un momento.
Quise hundirme un momento.
Y el barro se abrió, y tiró de mi ser, tragándome un abismo.
¡No!, tragándoselo todo sin dejar nada más que mi cuerpo desnudo en la luz.
¡Y qué luz tan curiosa!
No brillaba mucho y, sin embargo, no era necesario.
De pronto, ya no inventaba. Tampoco era necesario.
¿Cómo hablarte de ese beso?
de tus ojos... como arenas movedizas
tus manos, laberintos,
tu sonrisa, luz suave...
De tu beso... ¿qué puedo decir?,
casi nada tampoco de tu abrazo.
Que era una ola suave, un viento fresco,
una caricia tan larga capaz de suspender el movimiento de los planetas y de todos los universos, y sostenerlos, inmóviles, detenidos sólo por un suspiro que no podía ser exhalado, que se mantenía anclado también, en ese suspenso paralizante, que lo detenía todo, lo borraba todo, que se convertía en todo y todo era eso,
ese abrazo...
Quizás prefiero, ahora, desde aquí,
ya afuera de los pasadizos,
de los recovecos iluminados por destellos,
mantener también en suspenso la memoria.
¡Qué curioso!
No puedo apartar en cambio a tus ojos de arenas movedizas.
Porque eran arenas movedizas.
Así eran tus ojos.

Despedida
Aquí tengo al mar
te tengo a ti.
En mi memoria.
En rincones que a veces se desvanecen
rincones vacíos.
En rincones que a veces se llenan
rincones de ti.
A veces lloro
aquí tengo al mar
te tuve a ti.

Tiempo
Un instante demasiado imperceptible y casi siempre turbulento.
Y terrible,
por buscar demasiados anhelos y no vivirlos.
Da igual,
de pronto, sólo quiero lo que tengo,
ese instante imperceptible en el confín del universo
que no entiendo,
pero da igual...

Puto frío
¡Puto frío!
¿y tu cuerpo, que se pegaba al mío?
Después de ti llegaron las noches heladas,
tuve que comprar otra manta.
Puto frío
¿y tu cuerpo, que se pegaba al mío?

Ganas
Me moría de ganas de enredarme en tu cuerpo
de tu boca en mis labios
de tu lengua en mi piel
me moría por tus ojos salvajes
por tu voz susurrando
me moría de ganas de ti
me moría por la ternura de tus dedos
por tus manos brutales
por tu cuerpo en mi cuerpo
me moría por ti
me moría por quererte
acariciarte
besarte
tocarte
tenerte
me moría de ganas de verte

Piel
Tu susurro dejó de estremecerme un día
te había olvidado
tus palabras se desvanecieron un día,
un día,
ya no estabas
dejé de pensar en tu piel, tu voz, tus caricias
te había olvidado
por eso no me importó volver al lugar de los libros viejos
de la música oscura
que nos acompañaba por rincones salvajes mientras nos lanzábamos a precipicios que sólo nuestras pieles enredadas, en arrebatos brutales, penetraban
enredados otra vez
nos quedamos dormidos
te había olvidado
pero mi piel no
por eso cuando me fui
se me quedó congelada y herida
casi quise arrancarla para dejarla contigo...
quizás tu susurro
dejase de estremecerla
un día

No hay comentarios: